El análisis del negocio desde cierto punto de vista es un aspecto invisible, en contraste con lo publicitario que es intentar convertir en público los aspectos del negocio como un modo de convertirlo en una necesidad de otros.
Aplicar el marketing –un sistema de investigación sobre cómo presentar los productos–, significa una expansión de ideas, contenidos, aplicaciones y sobre todo, análisis de tendencias, mientras en el negocio tradicional, a la calle, el acceso a la opinión de los clientes se concentra en unas pocas acciones y un resultado más o menos proporcional, la Internet implica otro tipo de visibilidad: el posicionamiento en buscadores.
En Internet nos buscan, no tenemos escala para ir a la búsqueda del cliente, no podemos intentarlo en el boca en boca, la extensión volumétrica de usuarios es demasiado para la escala humana, por lo que se imponen la herramientas que nos ayudan en el propósito.
Las tendencias del marketing, que en principio producía rechazo, por lo invasivo, está poco a poco, comprendiendo que la imposición produce el efecto contrario, el contenido de correo, audiovisual, imágenes, se ha ido acomodando a las solicitudes del usuario, lo que despeja, cada vez más, el camino directo al verdadero éxito: que los usuarios te busquen, te encuentren y se conviertan en clientes por convicción, no por compulsión.
Una de las actividades que más ha crecido con el uso en la Internet, son las devoluciones, el arrepentimiento de la compra, la propagación de fallos y sobre todo: la incomprensión del acto de comprar.
Son famosos los casos de juegos para chicos que inducen a realizar compras, sin que el usuario sepa que está comprando porque se usan eufemismos para la compra, famoso el caso de los “puntos Microsoft” que para el niño es una especie de nivel al que se accede adquiriéndolos, pero que en realidad implica un pago en dólares que los atribulados padres enfrentan cuando ya la cuenta es impagable.
La advertencia sobre estos casos, por parte del marketing es evitar ese tipo de cuestiones ya que el prestigio en la Internet, es frágil, la confianza de los consumidores es volátil, y el tiempo, al menos el secuencial, no existe, en la Internet el tiempo irradia en todas direcciones, lo que conjuga la temporalidad secuencial y un pasado inadecuado irrumpe en un presente lábil.
Por lo tanto, la conducta correcta para el posicionamiento web sigue la línea de lo correcto, lo indicado por las normas de buenas prácticas competitivas y el factor de siempre: información.
Se puede aplicar las herramientas más sofisticadas, pero el tiempo ha demostrado que a la larga o a la corta, las consecuencias depende de que las actividades en la que se usa la información sean útiles y leales a la ética de la información: veráz, propietaria, y se dirija al usuario potencial cliente.
La tecnología hace posible llegar a los miles de usuarios que podrían interesarse en nuestras propustas, pero necesitamos acercarnos a ellos mediante herramientas, ya que la escala de convocatoria escapa a las posibilidades individuales, es por ello que las redes sociales del tipo Facebook, que requiere que nosotroso busquemos a los amigos y pidamos amistad, es ir de uno en uno, cuando el trasfondo de la práctica es que seamos los usuarios quienes nos encargamos de informarle a la aplicación con quién y por qué nos relacionamos, , bajo el propósito de invadirnos con la publicidad que supuestamente “necesitamos”, tales prácticas, invasivas, ha comenzado a producir una sistemática ceguera en los usuarios, por lo cual las ventajas de las herramientas de venta de ese tipo de red social, va decreciendo. Las empresas no reciben el beneficio en función del tiempo y gestión que requiere obtener algún resultado, con la intervención en las redes sociales.
Lo ideal, sigue siendo aplicar a las normas de los buscadores, y actuar en forma ética con la información.