Insólitamente, el gobernador de De la Sota, se mandó con una de piratas, consideró que puede la administración pública quedarse en sus casas o tomarse vacaciones durante un mes.
Por decreto, en enero, menos los servicios públicos esenciales, la Administración pública estará ausente, con lo que todo trámite se recepcionará, pero no se atenderá.
La cosa tiene varias caras y todas extrañas.
Para empezar, si yo fuera empleado administrativo de De la Sota, haría una protesta monumental, por mi derecho a ir a trabajar, y las razones son varias.
Para comenzar, si fuera un administrativo de cualquier lugar y me mandan a mi casa durante un mes, hay alguna especie de especulación sobre el producto de mi trabajo, en otras palabras: se lo considera inútil.
Lo segundo es que puedo llegar a confirmar esa presunción.
Es decir: habrá, posteriormente una reestructuración, en la que todo aquel puesto que no se usó en todo el mes, va a parar al tacho.
Es una situación delicada en la que no se entiende por qué se mete un político.
En esta última idea hay un concepto que subyace, los políticos, para llegar a donde llegaron hicieron sus pactos que tendrán que asumir, pero una vez que están, creen que se sostienen solos, sin darle importancia al aparato administrativo que sostiene una administración, que más allá de la fuerza de trabajo y recursos reales, son mini colonias políticas que conocen tanto o mejor que un funcionario las bases en las que se sostienen las caras públicas.
Si mal no tengo estimado el sector administrativo, esta jugada le puede salir tremendamente mal a De la Sota.
Es como estar en un barco en mar abierto y hacer agujeros en el piso, para aliviar el peso del barco.
Esta medida me recuerda a otra por el estilo, absurda, la Meijide había entrado en el Ministerio Social, por alla del año 2001.
Exactamente un 28 de diciembre, sin que sea un chiste de inocencia, se le ocurrió echar, sin consideración a los dos días de fin de año, ni respeto por el trabajo de esas personas, a todos los que estuvieran contratados. La gente que se fue, borró todos los trabajos, proyectos y aspectos administrativos de las computadoras, dejando literalmente inexistente el Ministerio. Lo que le costó 3 meses después el puesto con la consecuente renuncia al cargo.
Cosas no entendió esta señora: los contratados son los que mantienen la maquinaria de proyectos nuevos, la planta serviría, pero por razones de desconfianza, de conocimientos la mayoría de las administraciones no los usan. Este sólo tema sería largo de desarrollar, entre lo que está el hecho de que una vez de planta, actualizar conocimientos no parece estar en la agenda de la gente, por la sencilla razón que son retribuidos con un sueldo acorde al nuevo esfuerzo que se le pide.
Cosas que no aprende De la Sota: jugar con el trabajo ajeno, sin comprender las consecuencias es un acto que se paga, tarde o temprano.