La intervención en las redes, al menos de cierta forma, parece tener dividida a la sociedad, los que participan, los que no, los que lo encuentran útil, los que no; pero hay un argumento común: se pierde el tiempo.
Y como suele suceder, nada es tan verdad o tan mentira, ni se pierde el tiempo en todos los casos.
En mi experiencia, una de las mejores actividades son los grupos, porque sencillamente elegís lo que vas a hacer, con quién querés hacerlo, el tiempo que querés.
Y por supuesto, mi motivación es donde haya escritores, lo que hizo que me inclinara por espacios de convergencia, muchos, no los voy a nombrar, no es el objetivo. Pero, me gusta comentar este caso en particular porque revela un poco el sentido vertiginoso de las redes, el fragmento que me ocupa es la inclusión de un cuento, el grupo busca publicar cuentos, y por alguna razón lúdica, me incluí en el proyecto, sin más expectativa. A continuación el cuento:
"El observador observado
Hay un hecho experimental y perturbador cuando observás al pez, no podés decidir quién mira primero, o quien mira a quién.
El pez, con una aerodinámica ancestral y signos peculiarmente estéticos sobre el cuerpo breve, es una forma de vida que extrae el oxígeno del agua a través de branquias, desafía el mecanismo de la nariz en su diseño.
Todo en el pez te enfrenta a contradicciones: la forma de falo revela la precaria emulación de nuestros apéndices; mientras el pez da la espalda, o más bien la estela de tul al final del cuerpo verguiforme, la pupila negra se sostiene en tu dirección.
Indiferente ante tu perplejidad el pez consuma su condición de especie superior, hasta que una garra lo sorprende con un impacto; la potencia del ser del gato interrumpe la abstracción del combate entre miradas de manera práctica: extrae al pez de su elemento y satisface cuestiones de curiosidad y sabor; y con ese simple acto, disipa los debates de supremacía, incluyéndome."
Lo interesante de los grupos es el intercambio.
Uno de los comentaristas (C1) indicó: Es una idea muy manida. Creo que no hace falta la grandilocuencia que se exhibe, máxime cuando el uso de los signos de puntuación es una interpretación totalmente personal. Esto hace que las frases sean extremadamente largas y un tanto artificiales. A nivel formal, muy mejorable.
Otro comentarista (C2): Este relato no me llega al corazón
Si con algún espíritu hay que entrar a las redes, es no tomárselo en forma personal, lo sensato es no responder, no se puede interesar o gustar a todos los lectores, y de Perogrullo, todo es mejorable, sobre todo si fueras una escritora que no sos. Pero, mi respuesta usual es aprovechar la intervención, agradecerla y en lo posible responder con otro texto, es como aprovechar el medio, el formato, el lector.
Yo a C1, respondí: Tal vez porque al relato le falta la agitada escritura de agua que deja el pez al impactar sobre el cuaderno a rayas. La turbulenta huella ablanda la geometría de líneas en un desnivel que impide al gato pasar la lengua ríspida, e intentarlo con la garra. O quizás el resplandor líquido del sol que impacta con un rayo en el instante justo en que el pez clava la pupila negra sobre mí; los ojos, gran angular ahora…y este instante que deja el destino del pez inconcluso, en una incertidumbre literaria…
Yo a C2: Habré de esforzarme o cambiar tu corazón, lo que llegue primero...
Y allí un serie de retruques:
C2: No te molestes, yo cambiaré mi corazón por uno de acero inoxidable
Yo: A veces, se diría, lo fundamental del objeto es su existencia; sin embargo, el objeto, aunque esponjoso, sanguinolento y palpitante, es un error. La palabra es un hecho consumado, y le confiere una función transformadora al ser, el corazón es una síntesis imaginaria, la palabra corazón, en cambio, es el verdadero objeto, lo demás es simulacro.
Este intercambio, llevado al nivel de grupo, nuevamente, generó el siguiente relato:
"El pez después
El gato aventó al pez fuera de la pecera y al lector no conmovió.
Tal vez porque al relato le falta la agitada escritura de agua que deja el pez al impactar sobre el cuaderno a rayas. La turbulenta huella ablanda la geometría de líneas en un desnivel que impide al gato pasar la lengua ríspida, e intentarlo con la garra. O quizás el resplandor líquido del sol que impacta con un rayo en el momento en que el pez clava la pupila negra sobre mí; los ojos, gran angular ahora, y este instante que deja el destino del pez inconcluso, en una incertidumbre literaria…"
En este punto, la intervención de otros integrantes del grupo, ignorantes del intercambio anterior, promueven nuevos comentarios.
La idea es que una pequeña intervención puede volverse en una serie interminable de comentarios, lo interesante es que suplanta un poco lo de barajar teorías literarias, los nuevos integrantes en la nueva publicación, hay perdido el sentido que promueve el original, sin embargo, se arma protocolos de calificación del texto, según la maquinaria de traducción.
C2, el que espetó que el texto no le llega al corazón, insistió:
C2: Yo no te entiendo Ana, seré un ceporro, pero no te entiendo
Yo: La clave es un camino perturbador porque empieza en el órgano que evoluciona en el lenguaje y la palabra: el cerebro. El corazón es objetivo del impacto, pero no el traductor.
Mientras tanto, hay voces en privado que me instan a no responder como si quisiera deshacerme del lector, y tener respeto por lo que parece una solicitud de auxilio
Yo: Perdón la larga explicación: Mis detractores me acosan, abogan por C2. Es largo, pero, sólo diré algunos detalles: El texto C1 encontró manida en el texto, dice al principio: "El observador observado"; pasó de largo sobre la importante para mí: “no podés decidir quién mira primero”, hace referencia a la teoría de Schrödinger (la primera torcedura es que ésta, refiere a un gato, yo uso un pez) la imposibilidad de saber qué hace el pez, cuando no lo ves, pero cuando lo mirás, crees que te mira.
Luego, uso la palabra falo, que tiene dos movimientos: aunque no hay definición de género, no se sabe de qué sexo es el/la narradora, el lector asume la condición femenina, porque la autora lo es, y el uso de esa palabra, confirmada por el neologismo “verguiforme”, instala una idea difundida: las mujeres anhelamos el falo y nuestras palabras refieren a ello. No seguiré por ese lado porque es largo. En este punto, señalo los referentes externos propios del posmodernismo, puede que no sean claros, pero eso, depende de cada lector.
La segunda parte, es un giro literario: el escenario, también externo, corresponde a un post anterior, y respuesta a C1, uso ese presupuesto, inicio el horizonte de expectativa, respecto al destino del pez, que pareció inconcluso en el relato anterior, pero en realidad, ese no es el propósito, la historia del pez, sigue inacabada porque el verdadero relato es la escena de la escritura, del observador, el personaje es el escritor/a (que no se sabe si es masculino o femenino), revela que es narración, que lo que se está contando es el escenario de narración, y ese es el giro literario, el sentido es la metatextualidad: el relato de la escritura; no se está contando la situación del pez o del gato, sino el escenario de la escena en se monta lo que le está pasando al pez y lo que hace el gato.
Espero haber satisfecho lo necesario, ya que estoy segura que no lo suficiente. Me indicaron que mis comentarios son condescendientes, encriptados, no es intencional.
El asunto sigue, pero quedan demostrado algunos postulados: en los grupos, no todo es agresión o en todo caso, la agresión (“…el pretendido mal”. Konrad Lorenz), es un sistema que detona muchos aspectos que a la larga tienen que ver la literatura, acertados o no.
Para algunos seguirá siendo una pérdida de tiempo, otros, tomaremos el camino de verlo como un aprendizaje “de otra manera”.
A los Milenials adaptados nos construyen los espacios que seguramente vamos a querer ocupar, y lo estamos haciendo a nuestra manera.