Estamos asistiendo día a día a un bombardeo del método de la humillación. Lo peor no es que hay conductores, locutores, presentadores que se dedican a denostar a los invitados, sino que estos mismos se ponen a tiro de la acción.
Exponen sus vidas para deleite del espectador.
Tinelli empezó y toda su troupe copia ese éxito, bajo la suposición que si a él le da resultado serán tocados por la misma varita.
Sacarle datos al entrevistado para usarlos en el sometimiento y humillación es la práctica diaria.
Los mismos que enarbolan falta de respeto, son los que a su vez someten a todo tipo de cuestionarios que de antemano saben que será para humillar al entrevistado, para someterlo a burlas.
Locutores y entrevistados se igualan en el rasero de la astucia para humillar a otro, encontrar la frase que se repetirá hasta en los noticieros, y que hará sentir orgulloso al que la profiere, no porque sea algo inteligente, sino porque logra ser la más grosera, la más humillante.
Mientras, hay un ejército de espectadores, participantes o no que copian el método, ya que da probados resultados.
Luego, aparecen las rémoras, las que como este post, hablan del tema, suponiendo que no forman parte de lo mismo.
Mientras mencioné a Tinelli, pensé que si no lo hacía, podría diferenciarme, pero luego me di cuenta de la inutilidad del acto, si hay una tv antes y otra después y ese señor, no será para estar orgulloso.
Lo curioso, es que ese señor venga del riñón de uno de los más grandes, el más amado y respetado del ambiente, Vadía, cuya desaparición dejó un tremendo hueco, no sólo en la tv, sino en lo fundamental: el respeto.
Cosa que ninguno de los monster creados por la era Tinelli conocen.
Ni los juicios enarbolados han hecho nada por mejorar la situación, la industria alimenta abogados, locutores, y toda la runfla que rodea el circo.
El asunto nos toca a nosotros, los espectadores, cuando cambiarnos de canal y nos redirigimos a otros programas.
No digo que sea al canal encuentro, pero hasta la más tonta de las novelas mexicanas es mejor que la porquería de ese circo.
Es hora que tomemos la rienda, y desembarazarnos de la porquería.