Entre Papá Noel y los Reyes Magos 12/27/2021
Danilo Albero Vergara escritor argentino
Literatura, relatos, crítica, comentarios sobre libros.

Las tradiciones y celebraciones colectivas portan entresijos, otro tanto ocurre con las efemérides íntimas; y así como en los tres últimos siglos, las leyendas y derivas culturales de festejos que involucran a Papa Noel y los Reyes Magos vienen presidiendo los festejos de final de año y primeros días del venidero, hoy, domingo 26 de diciembre 2021, es un festejo familiar muy especial.

Las otras dos historias son conocidas, para estas fechas, los diarios se encargan de difundirlas y ofrecen antologías de las expresiones en el cine y literatura que las conmemoran; pero, luego de dos años de restricciones profilácticas, en que las celebraciones familiares se han restringido, la prensa enfatizó en los países donde son prohibidos estos festejos y, en muchos casos, se castiga la celebración de Navidad, síncopa (del griego sincope = tachar borrar; o sea la supresión de sonidos intermedios)de Natividad. La lista incluye: Arabia Saudita, Argelia, Brunei, China, Corea del Norte, Somalia, Tayikistán, en casi todos por considerar que la fecha se contrapone a tradiciones musulmanas. Nihil novum sub sole, ya hubo otro período de veda para Na(ti)vidad

Los pioneros en tomar medidas contra estos festejos fueron los protestantes puritanos ingleses; tenían reglas religiosas estrictas y se alarmaron por la creciente práctica de reunión familiar y amigos para apiparse de comida y bebida. Además, el gobierno puritano veía Navidad como fiesta pagana; no hay justificación bíblica sobre que Cristo hubiera nacido el 25 de diciembre. Así, a mediados del siglo XVII, durante casi tres lustros estuvieron prohibidas las celebraciones; otro tanto ocurrió en las trece colonias del otro lado del Atlántico; esto no impidió que comilonas y mamúas para festejar el divino natalicio continuaran, aunque con discreción.

La revancha de las conmemoraciones del 24 de diciembre llegó dos siglos después, de manos de los ingleses, cuando Charles Dickens escribió Un cuento de navidad (1843) y sentó las bases del género, primero en narrativa, luego en el cine; por lo general ricos-malos -ma non troppo- con tristeza, se redimen ayudando y conmemorando con pobres -que bordean la indigencia- pero felices. El tópico literario evolucionó hacia nuevos matices, el más inesperado, en diciembre de 1914, cuando soldados alemanes, franceses e ingleses hicieron, de manera espontánea, una tregua a la que siguieron unos días de festejos en común. Los mandos militares de los tres ejércitos tomaron medidas para que el mal ejemplo no volviera a ocurrir y continuaran las escabechinas.

No tengo en claro cuándo san Nicolás de Bari tuvo su proceso sincrético con la tradición romana de las Saturnalias donde, además de comer, emborracharse y dedicarse a otros placeres dignos del Arte de amar de Ovidio,se les hacían regalos a los niños. En Holanda, San Nicolás tiene otro pase sincrético y es identificado con Sinterklaas, un marino que llegaba desde Alicante a esas costas para Navidad acompañado por el ayudante, un deshollinador negro llamado Pedro, quien descendía por las chimeneas y dejaba regalos a los niños que se habían portado bien. Los inmigrantes holandeses que llegaron a Nueva York trajeron a Sinterklaas que terminó por transformarse en Santa Claus, como lo conocemos ahora; con respecto a la similitud del colorido de las ropas con las propagandas de Coca Cola, no tengo claras historia ni fecha.

En lo personal, no internalicé los festejos de Navidad, en virtud de que mi padre, comunista de la línea Moscú y devoto del padrecito Stalin, la consideraba una fiesta burguesa, e insistía en una cena normal -bifes con ensalada fueron las nuestras-. En algunas escapadas a Santiago de Chile, donde vivía la familia de mi madre, conocí Santa Claus o Papá Noel-en aquellas pretéritas épocas de los primeros gobiernos peronistas, un ilustre desconocido por estos andurriales-, al que llamaban “el viejito Pascuero”. Pero no todos los años viajábamos para esa fecha y,a partir de mis trece años, inicié mis festejos en casa de amigos, no por fervor cristiano sino para participar del espíritu festivo y de las comilonas. Por estas razones de las películas de “espíritu navideño” mis tres favoritas son absolutamente prosaicas -mejor, de espíritu antinavideño-. La primera Duro de matar, donde un 24 de diciembre el policía John McClane (Bruce Willis), se ve enredado, al momento de ir a buscar a su esposa, en un asalto con secuestro a un banco donde ella queda entre los rehenes. Final previsible, McClane mata hasta el guionista y los cameramen. Una frase suya en mi recuerdo, luego de cargarse a uno de los malos y apoderarse de su fusil ametrallador, cuelga el cadáver de un gancho en la pared con la gorra de Santa Claus y en la camiseta un mensaje de Papá Noel: “Ha haha, now I have a machine gun”. Ya en Testigo silencioso, el intrascendente cajero Milles Cullen (ElliotGould) intuye que el Papá Noel que está frente al banco planea asaltarlo, cosa que ocurre, pero Milles ha separado el grueso del dinero y le entrega una pequeña cantidad al asaltante. Al momento de declarar el robo a la policía, le habla de una cifra de cuatro ceros en dólares -que encanutó para sí mismo-, pero el Papá Noel, al leer los diarios, se entera de la mejicaneada; contar como sigue es espoilear. Pero mi favorita es Smoke donde el querible vendedor de cigarros AuggieWren (Harvey Keitel) ayuda a su amigo escritor Paul Benjamin (William Hurt), que no puede escribir un cuento de navidad que le ha encargado el New York Times, a dar forma a un relato, que no se sabe si fue un hecho real o inventado por Auggie.

Queda el final con la voz ronca de Tom Waits cantando Innocent When You Dream, mientras, Auggie enciende un cigarrillo; Paul, un purito Café Crèmey; plano contraplano, la cámara enfoca a cada uno por separado; envueltos en humo cuando se miran.

Con los Reyes Magos fue otra historia, de la cual mi padre no pudo escapar. Los años en que me visitaron supuse que eran tres tal como lo menciona la Biblia “Y habiendo nacido Jesús en Belén, tres magos vinieron de Oriente a Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo” (Mt 2: 1-2); aunque tiempo después me enteré que para san Jacobo los reyes magos fueron doce. Vinieron los años del golpe militar, mis padres y hermano primero, luego Beatriz y yo, nos exilamos en Brasil; ahora las cenas navideñas eran motivo de reunión familiar. Regresamos el año en que asumió Alfonsín; con el tiempo se sumaron mi padre y mi madre y, más tarde, mi hermano y esposa e hijo. Pero, hubo un pequeño cambio en los festejos, mi cuñada era creyente y, en los encuentros del 24 de diciembre, se sumaron el árbol de Navidad de Papá Noel y el pesebre con los tres reyes magos y la estrella de Belén.

Hace dos navidades que no nos juntamos con mi hermano y sobrinos; pero, nuestras cenas siguen siendo especiales, porque festejamos la víspera de otro aniversario, entre Papá Noel y los Reyes Magos. Nos casamos un 26 de diciembre.

 





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