Qué espesa se puso la tv. Se conocerá esta era, como la era del circo Tinelli. A  falta de escándalos, decidieron humillar a los que ya denominaron “se puede”. Cuando comenzó el programa se vendió la vida de una concursante, Perdomo, que se estaba recuperando un ACV, un ejemplo de vida.

Pero en la baraja de escándalos y humillaciones, no falta quien le vende por maravedíes al público el alma y se encarga de hacerla padecer a la concursante.

Lo gracioso, Marcela Coronel, la periodista, luego de decirle en la cara a la concursante que no le cree, y recibir un “el que miente, cree que los demás mienten”, no se le ocurre mejor argumento que: “si a vos te sirve denigrar mi opinión…”, como si lo que ella estuviera haciendo no fuera lo mismo, y peor, porque está escudada detrás de una “trayectoria”, que acababa de mandar por la borda.

Estaba “revelando” muchas cosas, además de una supuesta mentira de la concursante, estaba mandando al frente a la producción del canal que paseó hasta el hartazgo, por todos los noticieros, esa historia de vida, como ejemplo de superación.

Marcela Coronel, se puso la camiseta de la traición, tanto como si fuera cierto como si no. Cualquiera sea la verdad, se recibió de Cruella de Vil, o Vil Cruella, sin que se pueda decidir qué es más relevante, si la vileza o la crueldad.

Cómo será, que los noticieros, que hasta ahora se habían hecho de eco de todas las payasadas, a esa, la soslayaron piadosamente, aunque no así los programas de chismes.

Lugar común, la humillación; la cosa vino acompañada y adobada con la humillación que le hicieron pasar al participante que no tiene pierna.

Como no se pueden agarra del argumento de “no creerle”, porque es difícil esconder una pierna, se agarraron con la “soberbia”, como si cada uno de los del jurado fueran blancas palomas.

El jurado es un caso de junta psiquiátrica, cada uno de los defectos que señalan en los demás son amplificados en sí mismos en gran angular.

Cada uno se tomó el trabajo de humillar al participante, con diversas excusas, nada más ni nada menor porque cometió el pecado de tener pasado, y en ese pasado, el participante compite con el pasado del jurado, pero no en calidad, según ellos, sino en currículum, según el participante.

El asunto, parece más bien un conjunto de excusas para voltear a la pareja, porque con la excusa de “castigar” la soberbia y verborragia o en todo caso sinceridad del participante, les dieron notas bajas, expresando además que es un castigo por el comportamiento poco caballeroso, cometiendo a su vez el mismo acto, ser pocos caballerosos con la bailarina, a la que nadie le importó que caiga en puntajes por “culpa” del participante.

Si a alguien le pareció que lo de Perdomo estaba arreglado, con este otro caso no hay ninguna duda.

Quedará en la historia como el momento en que Valeria Archimó se queda sin espacio para llegar a la final, seguramente para castigar el atrevimiento del bailarín que en otra gala lo obligaron a decir lo que no tiene por qué ser malo, que prefería bailar con la deliciosa Adabel Guerrero. Cosa que no era necesario porque hay que tener una sesión de Om de alto calibre para bancarse a la Archimó, dicen, no sólo por lo caracúlica, sino por la soberbia que no es que compita con la del compañero, sino que es inalcanzable.

Ahora sigue la concursante con síndrome, vamos a ver cómo se las ingenia el jurado para encontrar cómo usarla para justificar el asiento de jurado.

Gasalla, un genio, está demostrando que sin todas esas bajezas divierte, entretiene, y sostiene la dignidad que el resto parece haber dejado de lado al servicio de Tinelli.

¿Que Tinelli se muestra contrariado?, eso es lo que ahora dicen.

El público hace rato que sabe que el gran titiritero le importa un corno amistades, dignidad, lo que sea, lo único que ese tipo lleva adelante es su voracidad para sacar un punto, y ya demostró que hará lo necesario y en grande para lograrlo.

Qué asco dan.

Qué triste papel, ¿por qué sé todo esto?, porque la gente no habla de otra cosa, no es posible abstraerse, lo que no te cuentan te lo pasan en los noticieros, es como si no hubiera más que hacer que pasarse analizando la fauna humana que Tinelli pasea todas las noches.

Por suerte tengo cable, y a esa hora veo películas, sin embargo, y aunque mayormente no me interesa lo que pasa en ese programa, ver gente como Perdomo y el colombiano siendo humillados gratuitamente me superó y tuve que comentarlo.

Ojalá seamos mejores los espectadores y podamos pararlo al menos quejándonos.