El negocio inmobiliario, propone acciones donde la concreción de las operatorias inmobiliarias es un fin con dos objetivos, la satisfacción del cliente y la del vendedor; llegar a ello, no es sólo un proceso de negociación, implica estrategias de venta, conocimiento del mercado, oportunidad y conocimientos alternativos, que los medios digitales muestran en dos caras: llegar al cliente no es tan director como parece, tener al alcance de la mano buscadores y plataformas, plantea condiciones de búsquedas y sortear las maniobras, así como la manipulación de la información.
La situación actual, la pandemia, no hizo sino exponer formas de negociación que ya se venían dando, pero sin más opción que buscar la mejor manera de aplicar esa tecnología.
Las plataformas digitales, son como grandes bibliotecas en donde se pierde un libro, en todo caso, habrá de perder tiempo en vez de adoptar estrategias comparativas.
Algunas inmobiliarias han implementado canales específicos de comunicación con sus clientes o interesados, exponiendo cada una de las propiedades y pudiendo acercar al cliente, ventajas y desventajas, esto último es una situación que se da a menudo, lo que resulta ideal para un cliente, no lo es para otros; por momentos la posibilidad de usar este tiempo para soluciones de mantenimientos ha favorecido esa clase de actividad, ya no hay excusas para arreglar la vivienda.
Luego, las ofertas, los métodos, la modalidad, resulta muy parecido a diseñar un negocio industrial, algo que se hace por series y se repite, como esos colaboradores digitales que se contactan en el chat, y que suelen ser un modo bastante confuso y precario para llevar a los clientes hacia una página de “preguntas frecuentes”; desconociendo que el negocio inmobiliario es un ítem de otra naturaleza, no que no se pueda sistematizar, sino que requiere de la atención personal.
Es por ello que la profesión de agente inmobiliario es tan específico y arduo, al conocimiento del mercado, al buen trato personal, a la sensibilidad para captar lo que el cliente busca, y que probablemente no podrá verbalizar, se le suma buscar al cliente en medios digitales; un cambio de hábito importante que devino con las tecnología es que ahora son las empresas las que buscan al cliente.
No hace mucho las inmobiliarias buscaban el producto: el inmueble, a esa actividad se le ha sumado la búsqueda del cliente que está disperso en decenas de aplicaciones, las redes sociales, y en las que no es fácil encontrar interés.
Las plataformas digitales, que masivamente van incorporando especificidades, como las de inmobiliarias, es como un intento de industrializar el proceso; volverlo un sistema de almacenamiento de datos, en un negocios que históricamente trabaja con la experiencia, que implica años de prestigio y una presencia y atención personal.
El negocio inmobiliario, esperamos, no dejará de ser negocios, si la movilidad y mutación de los negocios lo llevan al nivela de industria, es algo que muchas empresas de aplicaciones, diseñadoras de plataformas, no ha pensando desde ese punto de vista.
No se podrá reemplazar a los negocios por plataformas, de alguna manera con ayudantes de difusión, tal vez, teniendo en cuenta que el trabajo de gestión y administración de las plataformas, con tantos productos en línea, suele implicar mayor tiempo, con menores beneficios. Las plataformas, por el momento, son sueltas de palomas, quién sabe si vuelven.

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